martes, 6 de noviembre de 2012

Tres almas bajo una avalancha

Para mí eran solamente tres caras. Tres rostros entre un montón que suelen reunirse alrededor de salida del metro Alameda de Osuna y de entre los cuales, cuando paso, suele emerger uno conocido, muy conocido, que me dice: "qué pasa madre" mientras se acerca con cariño a darme un beso.

El otro día pasé por allí; no estaba mi hijo porque está en Inglaterra, pero no era su ausencia la que me inquietaba sino la de tres personitas; tres niñas grandes a quienes decenas de muchachos lloraban en silencio porque alguien, 'alguienes', quisieron ganar más dinero del necesario; porque alguien, 'alguienes', no vigilaron que se cumplieran las normas; porque alguien, 'alguienes', los empujó hacia un fatídico destino cuando sólo querían escuchar música, cuando con la intención de disfrutar de un concierto con tranquilidad buscaban espacio vital en un segundo piso.