lunes, 20 de septiembre de 2010

El Marqués de Moret, entre la historia y el cariño

Aunque mucha gente no lo sabe, durante el reinado de Alfonso XIII, Segismundo Moret y Prendergast fue hasta en tres ocasiones presidente del Consejo de Ministros (lo que hoy llamamos presidente del gobierno). También fue catedrático, embajador de España en Londres, presidente del Congreso de los Diputados y ministro de un sin fin de cosas (Hacienda, Gobernación, Ultramar...) antes y durante la restauración de la monarquía borbónica (sus primeros altos cargos los desempeñó con Amadeo de Saboya).
Moret vivió y fue protagonista de una de las épocas más convulsas de la historia de España; tanto que tuvo que dimitir como Presidente tras el atentado de Mateo Morral contra Alfonso XIII, el día de su boda con Victoria Eugenia de Battenberg, ya que asumió la responsabilidad de la tragedia como máximo responsable del Gobierno (eso hoy, por supuesto, no se entiende).
Krausista y masón, fue uno de los fundadores del partido Liberal de Sagasta, de la Institución de Libre Enseñanza (Colegio Estudio), abolió la esclavitud en Puerto Rico, concedió autonomía a las colonias y se vio obligado, tras un vil chantaje de los americanos, materializado con el hundimiento del 'Maine', a firmar la capitulación de Cuba.
Cuenta Pérez Galdos en los 'Episodios Nacionales' que
a su éxito político colaboraba el hecho de que era guapo (yo añadiría que al gusto de la época); pero lo cierto es que tanto su vida política como la personal fueron contradictorias y tristes.
Nombrado Marqués de Moret a título póstumo por Alfonso XIII, Segismundo tuvo sólo un hijo varón, Lorenzo, que murió muy joven y arrastró a su padre a una depresión de dimensiones históricas. Su tristeza lo llevó a la desesperación y a la desidia, tanto como para coger todos los valiosísismos documentos que obraban en su poder (entre ellos las sucias negociaciones con los Estados Unidos) y arrojarlos al fuego, quemando con su dolor capítulos nunca escritos en los anales de España.
Moret está enterrado en el cementerio de San Isidro de Madrid, en una fosa vecina a la de su hijo, la cual comparte con su mujer y con su bisnieto, el penúltimo Marqués de Moret, José Antonio Cavestany Bastida... mi suegro.

Un cuadro de 'Segis', pintado en días gloriosos, preside la entrada de mi casa. El lienzo estuvo durante años en un larguísimo y oscuro pasillo en el piso de la calle Lagasca donde vivía mi marido y cuando pasabas ante él, siempre vigilante, el retrato te seguía con la mirada. Aquel pasillo me infundía un respeto enorme, pero Segis y yo nos hicimos amigos, tanto que, llegado el momento, pedí que el cuadro lo trajeran a casa. Con la pintura, venían algunas publicaciones de la Academia de la Historia a las que dediqué horas y que me ayudaron a entender un par de máximas; que detrás de cada personaje público hay un libro inédito y que el sufrimiento no entiende de cargos.

Cien años después de que Moret firmara la autonomía de Puerto Rico y Cuba (que llevó a su independencia), su bisnieto, José Antonio, moría en el Hospital del Aire de Madrid.
Militar hasta la médula, su último comentario fue sobre la inmensa bandera de España que ondeaba en el recinto con motivo de la festividad de Santiago Apóstol. Mi suegro fue un SEÑOR de los que quedan pocos. Tenía la clase de los que nacen y no se hacen y si algún calificativo no se le puede adjudicar es el de pretencioso; lo cual, en una sociedad con tanto fantasma, nuevo rico, petimetre y arribista es digno de admiración.
Abi, como le llamaban mis hijos, nada nos dio, pero nada nos quitó. Jamás se metía en nuestras vidas ni creaba conflictos (algo muy de agradecer). Era respetuosa y cariñosamente distante. En su casa todo se regía por un estricto protocolo, pero era la figura que mantenía unida a la familia. Le gustaba hablar de arte, de literatura, de sus viajes... Como herencia nos dejó la pasión por la naturaleza y un montón de pequeños retazos de historia.
Era un hombre silencioso y prudente que siempre llenaba el espacio en el que se encontraba y del que hoy, ojeando su foto mientras escribo, sólo puedo decir que lo quería.

1 comentario:

  1. Muy interesante Piar. En realidad el segundo apellido de tu suegro debía ser DE LA BASTIDA. Descendiente directo por parte de madre de JOSÉ RAFAEL DE LA BASTIDA FERNÁNDEZ-ESPINO, que a su vez era hijo de JUAN JOSÉ DE LA BASTIDA Y HERREA, que era hijo de RAFAEL DE LA BASTIDA Y NUÑO DE LARA, sexto conde de Robledo de Cardeña. Un saludo afectuoso.

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