sábado, 21 de agosto de 2010

Lejos de los secuestradores

En 1992 publiqué un reportaje atroz sobre los colombianos secuestrados y el síndrome de infelicidad que viven sus familias (recuerdo que recogía una frase de una víctima que decía que no se permitía el lujo de reírse porque si lo hacía parecía que estaba burlando el horror que su familiar vivía en algún lugar del monte o de la selva); eso fue antes de que mi admiradísimo García Márquez contara magistralmente la historia de un secuestro nunca sentido en carne propia, que la liberación de Ingrid Betancourt abriera al mundo los ojos o que Pastrana y Uribe consiguieran que los telediarios de todo el planeta hablaran sobre el tema. El por qué de aquel reportaje, lo contaré en otro momento.
Los años 60 en Colombia, si no eran dulces, no parece que fueran tan terribles como las décadas que se han vivido a posteriori con las FARC, el ELN, el narcotráfico, el narcoterrorismo, etc. en plena ebullición; pero ya existía la extorsión y el secuestro.
Después de que estallara aquel artefacto, las llamadas amenazazantes continuaron.
Quien estaba al otro lado del teléfono preguntaba siempre por mi guapísima y perfectísima hermana Ketty -mis padres estaban de viaje por Europa y a nosotros nos cuidaban mi abuela y mi tío Gonzalo (Piti)- y le regalaban los oídos con frases como: "acaban de llegar, han cerrado el coche (carro se llama allí), salgan y verán que lo tienen abierto" y a continuación pedían una cantidad que hoy, con el paso de los años y el cambio, da risa plantearse.
Y como era verdad que al salir el coche estaba abierto, que todo el mundo empezaba a temer por nosotros y que mis padres estaban a miles y miles de kilómetros, mi tío Mario -hermano menor de mi padre- se presentó en Bogotá y nos sacó de de la ciudad para evitar el secuestro.
Eso sí, antes de emprender el viaje a Pamplona (Colombia), donde permanecimos durante un tiempo, llamó a mis padres y les dijo: "me llevo a los niños, si no tenéis noticias nuestras en una semana, es que estamos todos muertos". ¡Él era así!

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